No soy un jamón - Rosalie Orens Viedma

Estos días en la Biblioteca de la URJC de Fuenlabrada son un verdadero atentado a la salud. Parece que las bajas temperaturas se debieran a un estudio de la tolerancia al punto de congelación o a un incentivo a permanecer el menor tiempo sentado frente a los ordenadores. No hay compasión.

En las calles oscilan los 40 grados, la gente va vestida con la menor cantidad de ropa posible o tapada para no ser quemada por los potentes rayos de sol. Todavía estamos en verano, esto es normal. Disfrutémoslo.

Lo que es inaceptable es que terminemos enfermos por los cambios bruscos de temperatura. No sé si los demás estarán de acuerdo, pero yo la estoy pasando fatal. Quizás sólo soy friolenta.

Si tienes este mismo problema y necesitas ir a la Biblioteca, apróntate: llévate un jersey en el bolso y unos zapatos cerrados en las puntas de los dedos, con los guantes es difícil teclear. Suerte.

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